BREVES COMENTARIOS REFERENTES A LA APLICACIÓN DE RIEGOS DE IMPREGNACIÓN Y DE LIGA EMPLEANDO UN BIO-POLÍMERO, EN LA CONSTRUCCIÓN DE PAVIMENTOS FLEXIBLES.
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by artigra2016
¿Otra vida?
La diversidad de la materia viva terrestre sugiere que la posible vida extraterrestre debe ser también sumamente variada. Sus apariencias podrían diferir notablemente de las de la vida que nos rodea, según fueran las condiciones del medio ambiente planetario. Pero, ¿,qué puede decirse a nivel molecular?
La vida extraterrestre se basa en la química orgánica y en el agua líquida. El carbono es un elemento atómico muy abundante en el Universo. Y el agua es una molécula también muy extendida en el cosmos.
Se han propuesto soluciones alternativas con otros elementos. El silicio, parecido al carbono, no puede producir una química tan compleja. El amoniaco, análogo nitrogenado del agua, no puede sustituirla, ya que sólo es liquido en una franja de temperaturas mucho más estrecha (-78 a -33 ºC en las condiciones de presión habituales) que la del agua (O a
100 ºC).
Así, el exobiólogo no puede hacer gala de mucha originalidad: la vida extraterrestre debe ser una vida basada en el carbono y en un medio acuoso. La hipótesis del carbono está, además, confirmada por la presencia de numerosos compuestos orgánicos en ambientes muy variados del cosmos.
Una zona biotérmica
El desarrollo de la vida sólo puede producirse en unos medios en que la temperatura sea moderada, compatible, en concreto, con la presencia de agua líquida. Pero la vida también precisa de un escudo que la proteja de las radiaciones energéticas, especialmente de las radiaciones ultravioletas del Sol, y de los rayos cósmicos, que son unas partículas de
Una atmósfera planetaria puede ejercer ese papel protector; por tanto, un planeta que posea una atmósfera densa es un lugar privilegiado para albergar la vida.
Pero, además, es preciso que el planeta ofrezca unas temperaturas moderadas, compatibles con la presencia de agua líquida en su superficie.
Esta condición se cumple, en concreto, en los planetas que gravitan en una zona bien determinada alrededor de su estrella. En el sistema solar, esta zona, llamada zona biotérmica, está situada entre las órbitas de Venus y Marte.
La Tierra, situada prácticamente en medio, es un lugar privilegiado. Y esta zona incluye también a nuestro satélite natural, la Luna. No obstante, debido a la ausencia de una atmósfera importante, su superficie es absolutamente inhóspita para la vida.
El infierno de Venus
En el límite de la zona biotérmica, Venus, con una temperatura en su supeificie de más de 450 ºC, parece también poco propicio para albergar vida. Además, su atmósfera no contiene ningún compuesto orgánico.
Incluso suponiendo que existe en las capas atmosféricas de Venus algunas zonas en que la temperatura sea más clemente, parece poco probable que puede existir la vida, pues no hay agua líquida. La última esperanza dc encontrar vida extraterrestre in situ reside en cl planeta Marte.
Los misterios de Marte
En el otro extremo de la zona biotérmica, Marte siempre ha aparecido como más atractivo para los exobiólogos. Su atmósfera es en la actualidad muy tenue. La presión en el suelo es unas 130 veces más débil que la presión atmosférica terrestre.
Pero su superficie guarda huellas de la presencia de agua líquida en tiempos remotos. Además, esta superficie alcanza (en verano...) unas temperaturas que pueden cstar próximas a los 0 ºC. Y aunque este planeta sea relativamente parecido a Venus en cuanto a su composición atmosférica (su atmósfera es oxidada, está formada por un 95 % de dióxido de carbono), las condiciones marcianas no parecen incompatibles con la existencia de vida. Las sondas Víking enviadas para explorar Marte en 1976 incluían unas experiencias biológicas concebidas específicamente para buscar la presencia de sistemas vivos microscópicos en suelo marciano.
Los resultados ambiguos de esas experiencias no lograron demostrar la existencia o la ausencia de un sistema vivo en el suelo del planeta. Los análisis químicos de la sonda Viking no detectaron la más mínima molécula orgánica en ese medio. Aunque el debate no está cerrado, el conjunto de esos resultados sugiere claramente que la vida no está presente en Marte. De todos modos, esto no excluye el hecho de que haya podido estar presente, en tiempos más remotos, en los que el agua líquida era abundante y la atmósfera más densa.
Las futuras misiones a Marte, con vehículos robotizados móviles, podrán analizar muestras en numerosos lugares, especialmente allí donde el agua haya dejado sus huellas. Para ello tal vez haya que esperar a las misiones que regresen con muestras de Marte, previstas para después del 2000, para tener una respuesta definitiva sobre la vida en ese planeta.
Otros nichos extraterrestres
El medio ambiente donde ha podido efectuarse el desarrollo de la vida no se reduce a la
zona biotérmica. En el sistema planetario se pueden encontrar regiones cuyas condiciones de temperatura y humedad podrían permitir la presencia dc organismos vivos a pesar de su proximidad o lejanía del Sol. Es el caso de los planetas gigantes, en especial Júpiter, el mayor planeta del sistema solar. Su atmósfera, compuesta básicamente de hidrógeno molecular y dc helio, también contiene otras sustancias químicas, como el metano y el amoniaco, en cantidad apreciable. Las misiones norteamericanas Voyager 1 y 2 detectaron en 1979 unos relámpagos gigantescos en esa atmósfera. Este descubrimiento sugiere que las síntesis orgánicas producidas en el reactor de Stanley Miller son análogas a las que pueden tener lugar en ese sistema planetario. Además, Júpiter, que carece de superficie sólida, posee una fuente energética interna, ya que este planeta emite más energía de la que recibe del Sol. Así pues, en las profundidades de su atmósfera existirían zonas en las que la temperatura sería clemente y el agua, líquida. De ahí a pensar en la existencia de seres vivos en Júpiter, adaptados a los movimientos verticales violentos de sus zonas atmosféricas, no hay más que un paso, que el exobiólogo estadounidense Carl Sagan, de la Universidad de Cornelí, da alegremente.
En el sistema de Júpiter, el satélite Europa es un candidato potencial para albergar la vida. Su helada superficie presenta unas fallas profundas. En el interior de esas fallas la temperatura podría ser lo suficientemente elevada como para permitir que el agua fuera líquida: un medio compatible con... la vida. ¿Se trata simplemente de una idea para una obra de ciencia ficción? ¿O de una posibilidad que hay que tomar en serio? Las misiones espaciales futuras no tienen previsto, por el momento, verificar esta hipótesis.
En cambio, la nave norteamericana Galileo, lanzada en octubre de 1989, debería permitir, cuando llegue a Júpiter, en 1996, realizar un análisis preciso de la composición de su atmósfera y llegar a una mejor comprensión de la química orgánica, incluso elemental, que en él se desarrolle.
Un laboratorio prebiótico a escala planetaria
Entre los cuernos del sistema solar, uno de los satélites de Saturno, Titán, es desde hace poco el punto de mira de los exobiólogos. De dimensiones superiores a las de Mercurio, Titán posee una atmósfera densa, compuesta principalmente de nitrógeno y metano. Una composición así es la más favorable para las síntesis de compuestos orgánicos de interés prebiótico.
En 1980- 1981, experimentos realizados a bordo de las sondas Voyager identificaron en la atmósfera de Titán un gran número de esos compuestos. Además, del estudio de los datos proporcionados por esas naves se desprende que su superficie está probablemente recubierta de un océano de metano y de etano líquidos, que contendría numerosos productos orgánicos formados en la atmósfera y relativamente solubles. Ese océano exótico, pese a su baja temperatura (¡en torno a -180 ºC!), no sería un medio estático, sino más bien una sopa prebiótica muy fría.
Así, Titán, el único cuerpo del sistema solar, junto con la Tierra, que posee una atmósfera densa rica en nitrógeno y un océano, sería un modelo plausible de la Tierra primitiva, excepto en lo que al agua líquida se refiere.
Este satélite de Saturno aparece, pues, como un lugar privilegiado en el sistema solar para el estudio de la química prebiótica. Al estudiar hasta dónde ha podido llegar la evolución química en un medio semejante, en el que está ausente el agua líquida, podríamos también confirmar cl papel de ese solvente en la exobiología. Éste es precisamente uno de los objetivos de la misión norteamericano-europea Cassini-Huygens, cuyo lanzamiento está previsto para 1996.
¿Otros sistemas solares?
Teniendo en cuenta nuestros conocimientos actuales, parece poco probable que exista otra vida en el sistema solar. la busca de vida extraterrestre, por tanto, ha de ir más lejos, a planetas localizados en sistemas extrasolares. Ahora bien, aunque se admita su existencia entre los miles de millones de estrellas de nuestra galaxia, hasta ahora no ha podido realizarse ninguna detección directa de otros sistemas planetarios. No obstante, algunos indicios parecen apoyar esta hipótesis. Así, con la extensión de las técnicas de medidas astrométricas, se han podido detectar perturbaciones en las trayectorias de estrellas próximas que señalan la presencia probable de compañeros oscuros cerca de ellas. Varias estrellas próximas parecen poseer, al menos, un compañero de masa muy inferior a la del Sol, que podría ser un planeta. Además, la misma teoría de la formación de nuestro sistema
solar permite suponer que este fenómeno ha podido producirse en otra parte. El reciente descubrimiento realizado por el satélite astronómico IRAS (infra-Red Astronomical Satellite) de nubes gigantes de materia en torno a varias estrellas, como Beta Pictoris, a 50 años luz (¡50 veces la distancia que recorre en un año la luz, a 300.000 Km. por segundo!) de la Tierra, sugiere precisamente que se trata de sistemas planetarios en formación. La utilización de técnicas de observación sofisticadas en estaciones orbitales durante las próximas décadas debería permitir la demostración plena de la existencia de planetas extrasolares. Pero, ¿cómo se puede averiguar si albergan la vida?
¿Vida fuera del sistema solar?
Con los medios tecnológicos de que disponemos en la actualidad, no podemos pretender ir a ver de cerca, en otras estrellas, si existe vida extraterrestre. No obstante, si extrapolamos, de una forma sin duda muy especulativa, lo que sabemos dcl origen y de la evolución de la vida terrestre a otros medios surge un nuevo enf()que: la busca de señales de inteligencias extraterrestres (SETI: Search for Extra-Terrestrial Intelligence). En efecto, si existe vida en otra parte,
¿por qué no suponer que ha podido evolucionar, como lo ha hecho en la Tierra, hacia una vida inteligente y tecnológicamente avanzada? Una civilización extraterrestre que haya alcanzado y superado el nivel tecnológico humano utilizaría ondas de radio. ¡No tenemos, pues, más que orientar las antenas de nuestros radiotelescopios hacia la estrella apropiada, en la frecuencia correcta y en el momento adecuado, para escuchar y detectar las señales extraterrestres!
Esto es lo que están haciendo algunos radioastrónomos estadounidenses desde hace unos 30 años. La búsqueda de estas eventuales señales es una de las vías de estudio más importantes de una nueva disciplina: la bioastronomía. Esta ciencia incluye también el estudio de la evolución de los planetas y de sus posibilidades dc vida, así como la búsqueda de moléculas orgánicas extraterrestres.
SETI o la búsqueda de señales extraterrestres inteligentes
Frank Drake efectuó en 1960 la primera escucha SETI en el radiotelescopio del observatorio de Greenbank, en Estados Unidos. Bautizó esta primera experiencia con el nombre de "Ozma" (del nombre de la princesa dcl país imaginario de El mago de Oz Frank Drake apuntó su telescopio, dotado de un detector regulado a la longitud de onda de 21 centímetros (característico del átomo más abundante en el universo: el hidrógeno), hacia dos estrellas próximas: Tau Ceti y Epsilon Eridani, situadas a diez años luz.
Desde entonces, se han efectuado cerca de unas cincuenta escuchas de este tipo, entre ellas la realizada en Francia por François Biraud y Jean Heidmann, en el observatorio de Nançay. Se han hecho escogiendo unas longitudes de onda de escucha muy distintas y objetos celestes variados. Pero (todavía) no se ha detectado ningún mensaje.
De todos modos, conviene señalar que el territorio explorable, tanto en lo que se refiere a las frecuencias como a las estrellas objeto de estudio, es inmenso, más de diez mil veces más amplio que el que ya ha sido explorado. Y ello es así porque los medios utilizados hasta ahora no permitían más que una exploración muy concreta.
Optimistas y pesimistas
Nuestro conocimiento de los fenómenos de evolución biológica sigue siendo insuficiente pani permitimos determinar con confianza las probabilidades de éxito de una experiencia SETI. Las evaluaciones que se han hecho hasta ahora ponen más en juego convicciones intimas que no argumentos científicos. Los entusiastas piensan que no somos más que un caso mediocre entre otros en el universo. Lo que ha ocurrido en la Tierra también ha tenido que suceder en otras partes. Frente a este "principio de mediocridad", los escépticos responden con una pregunta:
¿dónde están? Desde la formación de nuestra galaxia, "ellos" habrían tenido tiempo sobrado para venir a nuestro encuentro. Además, para muchos biólogos, el fenómeno vivo es en si mismo tan complicado que ha debido de producirse sólo una vez en nuestra galaxia.
Por todo ello hay quien opina que el enfoque SETI carece de interés. No obstante, hay que señalar que es una búsqueda que no resulta (muy) cara y que puede reportar beneficios, no sólo por su trascendencia en caso de éxito, sino también por sus subproductos. En efecto, la escucha SETI puede proporcionar también datos radioastronómicos importantes, como el descubrimiento de nuevos objetos en el firmamento. Además, este enfoque está reconocido y financiado oficialmente en Estados Unidos, Rusia y Francia.
Una Visión cósmica de la vida
Desde hace varios años, la existencia de vida extraterrestre, e incluso de vida inteligente extraterrestre, es una eventualidad tomada en serio por la comunidad científica y... por los políticos.
Los mensajes oficiales a los extraterrestres se han ido multiplicando. Tanto los de las sondas Pioneer, de las naves Voyager o el envido desde Arecibo es evidente que sólo tienen un valor simbólico; pero ilustran muy bien la toma de conciencia cósmica de la humanidad.
Es razonable pensar que la vida existe en otros mundos. Y si bien la exploración espacial todavía no h logrado demostrarlo, ya ha demostrado que la química orgánica es universal: un indicio importante que sugiere que la vida terrestre podría ser fruto de la necesidad y no del azar. Desde luego, estamos lejos de tener la respuesta definitiva. Pero el origen de este fenómeno maravilloso la vida ya no se considera en estos momentos un misterio. Es un problema científico. Como en cualquier campo de la ciencia, el investigador debe dar pruebas de humildad y la teoría ha de adaptarse a los nuevos datos experimentales o perecer. La teoría actual se ha adaptado; sus etapas se han diversificado. Ya no implican solamente la evolución de la química terrestre, sino también de la química extraterrestre. En el momento actual ya no se estudia el origen, sino los orígenes de la vida. Entre las incertidumbres de nuestros conocimientos en este campo empieza a surgir una certeza: la vida es el resultado de la química de un elemento natural el carbono en un solvente universal: el agua.
Yo le decía que todo puede ser calculado y él me respondió con un problema.
¿Si tienes un cubo y en su interior depositas una hormiga, hacia dónde se moverá la hormiga? Aparentemente no puede saberse hacia donde iría la hormiga. Pero yo fui más allá. ¿Por qué no puede saberse? Porque estamos intentando calcular un movimiento tridimensional en un espacio temporal futuro, es decir, en la cuarta dimensión. La cuestión es que ese calculo supera nuestro conocimiento acerca de la dimensión temporal, dado que nosotros en un futuro (es decir, cuando la hormiga ya se haya movido) podríamos fácilmente calcular el movimiento tridimensional del insecto. Entonces la pregunta no nos estaría pidiendo un cálculo basado en un espacio, sino un cálculo basado en un espacio en un tiempo futuro. Tiempo futuro que desconocemos ya que circula de forma “lineal desde nuestro presente hacia adelante”. Si pudiésemos ver el futuro o movernos en él, todo podría ser calculado, así que el hecho de que no podamos calcular sucesos futuros solo es debido a nuestra incapacidad para movernos sobre el tiempo, que no es sino una dimensión mas. Conclusión: ¿todo puede calcularse, solo que no tenemos los medios para hacerlo?
Acordamos que nosotros nos movemos en un mundo de, al menos, cuatro dimensiones, pero que solo podemos movernos libremente a través de tres, es decir:
yo puedo desplazarme a mi voluntad de un lado a otro de mi habitación y recorrer por ejemplo 3 metros. Puedo saltar, correr, volar en un avión, etc...
Sin embargo en el tiempo nos movemos de la misma forma continua e inalterable, es decir: Yo no puedo viajar 800 años hacia el futuro o hacia el pasado. Más bien nos movemos inexorablemente hacia el futuro, de lo que se deriva también nuestra imposibilidad de recorrer distancias negativas, tiempos negativos (volver al pasado).
Hablemos sobre el porqué.
Imaginemos un plano limitado, para hacerlo mas sencillo imaginemos una hoja de papel sin espesor, es decir, bidimensional. Un ser bidimensional que habite en esa hoja bidimensional solo puede moverse a lo alto y a lo ancho de esa hoja. Qué ocurriría si metiésemos esa hoja dentro de una esfera tridimensional. Ese ser bidimensional seguiría moviéndose solamente de manera bidimensional por la hoja. Digamos que es capaz de saber que existe una dimensión “superior”. Ese hecho no haría a ese ser capaz de moverse sobre ella, aunque la percibiese de una manera muy...extraña, como algo inalcanzable e inalterable. Así es como yo trato de definir el tiempo. Nosotros formamos parte de él pero no podemos alterarlo.
Artículo escrito por Jesús Remis Fernández.
Revista digital Revestidos
www.chusilmarillion.com y http://www.quediario.com/blogs/11945/
Gijón, Asturias
chusilmarillion@hotmail.com
En este rubro es conveniente destacar que el grado donde se presenta mayor índice de reprobación corresponde al segundo de secundaria. Al hablar con algunos profesores indagamos acerca de las probables causas de este fenómeno entre las que destacan la falta de madurez, demasiada confianza o inseguridad personal, desequilibrio emocional, mismas que son características relevantes de la adolescencia.