Salir del euro es sinónimo de incertudumbre económica más que de recuperación.
Desde que Grecia empezó a disparar las alarmas sobre la viabilidad del euro se han alzado voces que apuntan a que la salida de la unidad monetaria podría ser beneficiosa. Esta idea parece entrañar más riesgos que oportunidades y desde los círculos económicos se desaconseja fervientemente esta medida.
En un principio se piensa que renunciar a una moneda tan sobrevaluada como el euro puede ayudar a reducir los precios y conseguir así una mejora en la competitividad de los productos a exportar.
El recién llegado a la presidencia del Banco Central Europeo, el italiano Mario Draghi, ex gobernador del banco central italiano, ex responsable del Tesoro y ex ejecutivo de Goldman Sachs afirma que “abandonar el euro, trae inflación, más prima de riesgo y no evita las reformas”.
Señala primero que abandonar el euro supone una ruptura del Tratado actual. Además según Draghi, “la devaluación de la divisa traería inflación y, al final del camino, el país tendría que llevar a cabo las mismas reformas… pero en una posición más débil”
Por de pronto suena improbable que la que parecía mayor fan de esta idea, Grecia, la lleve a cabo. Por el momento las autoridades helenas se han mostrado proclives a colaborar con parte de las ideas propuestas desde la UE. Entre las medidas se encuentra reducir el salario mínimo de 751€ a 450€. Esta reforma ha sido totalmente rechazada por el Ministro de Trabajo griego lo que supone un nuevo obstáculo para la condonación del 50% de la deuda griega.
Lo único que parece haber quedado claro tras el estallido de la crisis es que, más que ser el euro parte del problema lo ha sido de la solución. El gasto irresponsable por parte de algunos países ha traído una colaboración forzosa por parte de los socios de la moneda única. De no ser por esta ayuda seguro que el país cuna de la filosofía clásica estaría ahora hundido en la miseria.