Estoy iniciando un negocio, para el cual requiero reclutar a 54 personas que nos representen en distintas zonas de la República Mexicana.
Para llevar a cabo esta labor, mi colaboradora y un servidor, nos dedicamos a la tarea de insertar anuncios en todas y cada una de las páginas de clasificados que aparecen en Internet. Sin duda, colocamos una gran cantidad de anuncios, es más, hasta nos impresionamos por el trabajo logrado en dos semanas de hacerlo sin parar.
Dado que nuestro negocio se basa en un software, que opera a través de Internet, obtuvimos cuentas de correo nuevas, con el nombre de dominio que le dimos a nuestro producto.
Debido a que nuestra cuenta de correo electrónico, se encontraba publicada en una gran cantidad de anuncios que se encuentran visibles en la red, comenzamos a recibir una gran cantidad de correos electrónicos que no tenían nada que ver con el negocio, la mayoría de estos, con intenciones inminentemente fraudulentas.
Hubo un correo, que particularmente me llamó la atención, por el grado de profesionalismo y dedicación que imprimió el defraudador. Estas personas, se valen de muchos recursos para cometer sus fraudes, y cada vez dedican más tiempo en generar credibilidad en sus intentos, por lo que me voy a permitir relatar en el presente artículo, el Modus Operandi que están implementando estas personas, para que estamos alerta y no caigamos en su trampa, porque además de coraje, nos costará dinero.
Es muy común recibir correos informándonos que hemos sido elegidos entre miles de personas por un sistema de sorteos, donde nos informan que somos acreedores de premios millonarios, curiosamente sin haber comprado o adquirido algún boleto para participar en un sorteo, así de la nada fuímos elegidos, cuando nadie se gana un sorteo sin haber participado.
El caso es que recibí un correo electrónico de la empresa Cargill, Inc. Esta empresa, con presencia en muchos países, se dedica a la importación, exportación y comercialización de granos y aceites, según lo describe en su sitio de Internet. Yo no tengo nada que ver profesionalmente con la industria primaria, sin embargo conozco la marca, porque es muy común en México, cuando uno viaja por carretera, ver anuncios de la marca en los cultivos que hay cercanos a los caminos que uno transita, por tal motivo, leí con detenimiento el correo que recibí.
El caso es que la persona que me escribía, un tal ser. Jerry Daniels Awang, me informaba con un muy mal español, que la Fundación Cargill me había seleccionado entre más de cien mil personas, para hacerme acreedor a un premio de dos millones de dólares, los cuales recibiría sin ningún tipo de comprobante, para emplearlos en labores humanitarias que no tenía que comprobar, prácticamente me darían los recursos confiando en que los emplearía bajo estos términos, lo cual, lejos de generarme gusto, me causó desconfianza.
Sólo me pedían que les proporcionara mis datos para comenzar con el proceso de entrega de fondos. Proporcioné mis datos verídicos, ya que no tengo nada que esconder y esperé un nuevo comunicado. Al otro día recibí un mail, el cual les digo que me llamó la atención por el grado de elaboración que presentaba. Anexaba dos archivos en PDF, que contenían lo siguiente: El primero era un archivo de Word, que contenía el contrato legal con los términos de la entrega de los recursos, el cual a simple vista se apreciaba muy bien elaborado, como si lo hubiera redactado el abogado de la “Fundación”. El segundo contenía efectivamente datos de la labor humanitaria que realiza la Fundación, lo cual en principio generaban algo de confianza, porque a simple vista concordaba con el primer correo recibido, es decir, había una fundación que realizaba labores humanitarias (con fines fiscales por supuesto), habían un contrato con derechos y obligaciones para la entrega del premio y habían un remitente con los datos de la compañía.
Leyendo el contrato detenidamente, con la esperanza de encontrarle lógica, y cien por ciento incrédulo ante la supuesta noticia, encontré el mecanismo mediante el cuál se sustenta el fraude. El contrato me informaba que yo era el acreedor del premio, que se me entregaría sin ningún requisito documental, no había ningún tipo de compromiso ante la fundación, es decir, yo nunca sería considerado como deudor ante ellos, una vez recibido los fondos, lo único que tenía como requisito, era cubrir los gastos de envío de los recursos, proporcionando dos opciones para recibirlos: a) Por medio de un cheque a mi nombre, teniendo que cubrir los gastos de la mensajería que me entregaría el documento, ó b) mediante una transferencia bancaria, pero tenía que aperturar una cuenta especial de la fundación, para lo cual tenía que hacer un depósito inicial. Claramente informaba el contrato, que era imposible que descontaran de los fondos que me había ganado, el importe para pagar las comisiones del envío del dinero.
Este señor, elaboró una serie de documentos para generar entusiasmo en la gente y para vender la idea de que una gran compañía estaba detrás del premio, generando la confianza del lector. Yo me pregunto, ¿cuántos correos electrónicos envía esta persona?, y lo peor de todo, ¿cuántas personas desesperadas caen en el engaño?. Lo primero que piensa uno, es que arriesgar unos cuantos dólares pagando el costo del envío del dinero, me pudieran salvar de una situación económica no deseada.
El sistema que utilizan estas personas, es simple y sencillamente basado en la estadística. Por cada diez correos, reciben el depósito de una persona. ¿Cuántos correos electrónicos pueden enviar por día?. Lamentablemente utilizan impunemente la red, abusan de la falta de cultura de a gente y de la necesidad y el deseo que tenemos todos de mejorar nuestro nivel de vida.
La persona que me escribió, oculta en quién sabe que país del mundo, vive defraudando intercontinentalmente a muchas personas, al amparo de la impunidad. El coraje que me ocasionó me llevó a intentar denunciarlo a las autoridades, así que busqué la página de Interpol, sin embargo no hay una opción que permita denunciar estos actos, así que por medio de la opción de “contacto”, envié un correo a Cargill, informando que hay una persona que está mal utilizando su marca para defraudar personas, y eso que yo no caí en la trampa, ya que si hubiera caído, hubiera realizado un esfuerzo mayor en denunciarlo.
Lamento mucho que existan personas que por su ignorancia caigan en la trampa, por ello es que decidí escribir el presente artículo, ya que puede servir para que algún lector se la piense dos veces antes de tirar su dinero ante una falsa y fraudulenta expectativa, con esto sin duda, descargo mi deber moral de denunciar a personas como esta, que al amparo del anonimato, defraudan a personas que quizás utilizan sus últimos recursos para mejorar su economía.
Nadie persigue estos delitos, yo me he dedicado a denunciarlos últimamente, y no recibo ninguna respuesta de las autoridades a las que acudo, así que mejor piense lógicamente antes de considerase el afortunado ganador.
Estas líneas sólo reflejan la opinión del autor, quién está convencido de que el mejor camino, por mucho que cueste, es el de vivir en apego a la ley, por lo tanto no estoy invitando a violarla. Tampoco pertenezco a ningún partido político y/o asociación religiosa.
Por: Juan Michelena Blippar