Los dioses, cuando juzgaron al astuto Sísifo, nos condenaron a la necedad y a la incompentencia.
Filosofía
Internet es el Dios cupido
Internet es un medio inteligente y poético para buscar pareja
Tal vez el sexo haya sido el eje vertebrador de la sociedad impulsando una fuerza y un poder de atracción que permitía mantener la cohesión de la pareja y con ello la dura y difícil crianza de los hijos.
Los seres humanos tenemos una herencia genética animal muy fuerte y por eso hemos ido eligiendo pareja siguiendo un juego seductor en el que hombres y mujeres hemos desarrollado estrategias amorosas bien definidas. El denominador común ha sido la atracción de corte químico previo a la formalización del compromiso y la vida en común. Después se intentaba armonizar la relación y encajar como si de un puzzle se tratara, diferencias, gustos, manías, familia, amistades, trabajo y un largo etcétera.
Corren tiempos en los que prolifera la búsqueda de relaciones afectivas en la red. Posiblemente el tipo de vida, la soledad y la falta de tiempo nos animen a ello, pero lo que tal vez pase inadvertido es que la lógica interna es muy coherente. Se buscan perfiles, es decir, se da una sustitución de la química en favor del elemento cerebral.
Es una deconstrucción interesante. Seguiremos alimentando el instinto primario, pero la aldea global puede revolucionar nuestras costumbres.
Me pregunto si una inversión ontológica en la que el sentido común y la razón prioricen la compatibilidad en la convivencia, previa al chispazo químico del amor, no sea una solución al alto índice de fracaso en las parejas e incluso de violencia de género.
Y hecha la propuesta, quiero salvar el elemento irracional, romántico y poético, antes de que pueda tacharse de frívola. ¿Acaso hay algo más enigmático que encontrar a nuestra media naranja entre la inmensidad de la red? Si la poesía como decía Ortega es eludir el momento cotidiano de la vida, nada más cercano a ella que dejar que ángeles y hadas acudan en nuestra ayuda. Tal vez una fuerza cósmica nos haga salir en busca de nuestra media alma, que no conoceremos si no salimos en su busca, y que tampoco recordaremos si no entramos en ella.
Hegel nos enseñó que todo lo racional es real. Las relaciones virtuales son por tanto tan reales como las que se dan en la vida. Y nuestro espíritu es etéreo, intangible. El amor está en el aire, es decir, también en la red. Y el Dios Cupido lo sabe.
Venus calza zapatos de tacon
Una defensa del zapato de aguja femenino.
Los mitos son esenciales para abordar las ideas, son el elemento poético de explicación racional. Quizá por ello cuando nos aproximamos al estudio del zapato de aguja femenino, tengamos que recurrir a ellos. Y es que no se trata meramente de un producto artesano de calidad, ni de calzar el pie de la mujer, ni de realzar su feminidad, ni de un fetiche sexual, ni de un icono cultural de nuestro tiempo. Cuando hablamos de este tipo de calzado, entramos de lleno en el arte y el refinamiento que la cultura ha producido para hacer de la mujer el animal más bello de la naturaleza. Por eso, abordamos un tema inagotable en el que el lenguaje descriptivo es insuficiente, y nos obliga a utilizar todos los recursos que el mito y la poesía nos han legado.
Eride, la diosa de la Discordia, molesta por no haber sido invitada a las bodas de Peleo, urdió un plan para vengarse y se presentó arrojando una manzana de oro que debía ser para la más bella de las damas presentes. Se la disputaron Hera, Afrodita y Atenea. Zeus intervino e hizo llamar a Paris para que la eligiera por tratarse de un Príncipe pastor que vivía alejado del mundo. Nuestras diosas chantajearon la decisión ofreciéndole el poder Hera, la sabiduría Atenea, y el amor de la mujer más bella Afrodita. Paris se decantó por Afrodita, y ésta hizo prender su amor en el pecho de Helena, la esposa de Menelao, el rey de Esparta.
Si esta decisión se tuviese que adoptar en nuestros días, las diosas no posarían desnudas y descalzas como nos las dejó pintadas Rubens. Hubiesen tenido necesariamente que buscar al mejor artesano del calzado que les proporcionase los zapatos de aguja más bellos para la pose.
Es interesante reflejar y subrayar el hecho de que el zapato femenino no ha formado parte de la iconografía clásica en la pintura pese a que esté documentado el uso del tacón y haya mucha literatura sobre el mismo. Luis XIV lo impone en su corte para disimular su corta estatura y el Papa Urbano V junto a Carlos V los denunció por ser una burla hacia Dios que atentaba contra la Iglesia Católica. En Sicilia, es costumbre de las jóvenes que desean casarse, dormir con un zapato de tacón debajo de la almohada, y en China se deja en la ventana un zapato de tacón rojo para no perturbar a los amantes en luna de miel. El cuento de Perrault de la Cenicienta y su zapatito de cristal con tacón nos traslada a la leyenda del Antiguo Egipto en el que a una bella sirvienta le fue arrebatado uno de sus zapatos por un águila que lo dejó caer en las rodillas del rey, quien consideró el suceso un buen presagio y buscó a la chica para casarse con ella.
La Venus del Espejo de Velázquez posa desnuda sin zapatos, al igual que las Majas de Goya y Las Tres Gracias de Rubens. El zapato de tacón femenino irrumpe como icono erótico en el cine y la fotografía, cuando su refinamiento artesano lo encumbra a hito de la cultura. Las actrices porno practican sexo con zapatos de tacón; las modelos posan con tacones exquisitos, las play mates alargan sus piernas calzando zapatos sexy con su cuerpo desnudo, y el cine está plagado de escenas en el que el zapato de tacón acompaña a las actrices como el zumbido al moscardón. De igual forma, la excelencia de los Grandes Almacenes se mide por la calidad de exposición de zapatos para mujer. Nuestro tiempo está imbuido por el gusto del calzado femenino que traspasa cualquier frontera, pues anuda artesanía, calidad, status, elegancia, erotismo, diseño, moda y cambio social.
Al refinamiento artesano hay que añadir razones culturales y sociales para explicar el triunfo absoluto del zapato de tacón como icono de nuestros días. El cuerpo de la mujer ha ido evolucionando junto a todo tipo de ornamentos para ensalzar su feminidad: cortes de pelo y tintes, joyas, prendas para realzar su busto, pinturas y maquillajes para el rostro... Pero su finalidad estaba destinada a un tipo de belleza estática, que junto a los ropajes que impedían su movilidad, las relegaba a funciones sociales y a permanecer en sus casas. El uso del zapato de tacón para su exhibición, irrumpe con la llegada de la revolución que protagoniza la mujer y que la libera de encadenamientos sociales. Dado que la cultura no suprime el instinto de seducción, sino que lo perfecciona, el zapato de aguja se convierte en su máxima expresión.
A muchos hombres les gusta cómo se ve la pantorrilla con un zapato de aguja, mucho más voluminosa, con la pelvis sufriendo una torsión, que inclina el cuerpo de la mujer hacia delante y hace que las pompas se vean más prominentes. En la retina colectiva está Marilyn Monroe caminando con sus zapatos de tacón por el andén bajo la atenta mirada de Tony Curtis y Jack Lemmon en la película Con faldas y a lo loco.
Lo interesante es comprobar cómo permanece la moda de usar tacos de aguja y si ello emana de un signo de permanencia de los condicionamientos culturales, o si por el contrario, esa pasión es un signo distintivo del gusto por el elemento sensual y erótico. Sea como fuere, el taco sobrevive a cualquier forma de vestirse la mujer: pantalón, vestido, falda, o ropa informal. Elegancia y erotismo se unen para proporcionarnos un producto que cuanta más calidad y lujo ofrece, mayor es su capacidad de seducción y de clase social. La relación entre la escala del taco y la escalada laboral femenina tiene como patrón de medida al uso del zapato de tacón por parte de las mujeres; para algunas, ascender implica asumir roles masculinos y calzan zapatos que borran toda huella de erotismo para no ser miradas sensualmente. Otras en cambio, calzan zapatos de tacón, reivindicando la feminidad. Ningún producto para la mujer tiene la capacidad de convertirse por sí mismo en rito de paso, las adolescentes empiezan a calzar tacos cuando se convierten en jovencitas.
Por otra parte, al igual que el antebrazo es la única parte del cuerpo femenino que admite su contacto, la abertura que produce el zapato, permite su contemplación erótica dentro de los límites socialmente permitidos. Una mirada lasciva al escote de la señora o la fijación de la vista en el punto de corte de la falda, produce un efecto indeseable.
La antropología de género reduce a la cultura las diferencias entre hombre y mujer e insiste en potenciar una educación igualitaria, pero olvida que muchas diferencias se deben a la evolución y que el poder de seducción ha sido necesario para la especie humana, puesto que ha convertido el sexo y el juego erótico en algo mas que un mero apareamiento para garantizar la supervivencia. Podremos caminar hacia un modo de vida igualitario en comportamientos y roles, pero el uso del stilletto seguirá reservado al mundo exclusivo femenino.
El zapato de aguja no cosifica a la mujer como pretenden hacernos ver opiniones feministas, puesto que convierte su uso en la máxima expresión de la evolución humana. Recordemos que el momento determinante comenzó cuando nos convertimos en bípedos, calzamos nuestros pies, y liberamos nuestras manos para desarrollar la inteligencia. El juego y el gusto por la seducción nos diferencia igualmente del resto de las especies, y renunciar a su uso por pretendernos hacer ver que convierte a las mujeres en objetos, es eliminar el elemento lúdico de la vida y menguar el universo femenino, tan rico en matices, sensaciones, colores, sensualidad y erotismo. Por otra parte conviene recordar que el término zapato de aguja no ha creado un lenguaje sexista. La altocalcifilia designa el gusto por calzar zapatos de tacón altos, pero reparemos en el hecho de que pese a su simbología fálica, permanece aislado de todo vocablo soez. Y ello pese a que muchos hombres coleccionan zapatos de aguja de sus amantes como si de trofeos se tratase. Canciones de nuestro recuerdo colectivo como Penélope de Serrat, les confiere una gran dignidad y cariño, Con sus zapatitos de tacón sentada en la estación, canta el estribillo; David Bowie nos dejó este otro, Put on your red shoes and dance the blues.
Y también podemos afirmar que el tacón de aguja y su simbología sexual mantiene viva la teoría freudiana: elementos fálicos calzados por mujeres y hombres que los convierten en fetiches.
Hemos hecho un breve recorrido intentando indagar en las razones de la pervivencia del zapato de aguja pese a sus detractores entre ortopedas y feministas. Marilyn Monroe nos definió sin carga alguna de ingenuidad lo que sentía por sus zapatos: No sé quién inventó el tacón, pero todas las mujeres le debemos mucho . Por eso comenzamos mitificando al zapato de aguja, porque cualquier aproximación nos traslada a un universo evocador de poesía y erotismo. El zapato de tacón, nos devuelve a un mundo sacralizado donde la ciencia no es capaz de desentrañar el misterio que lo envuelve. Las niñas evocan sueños tocando la punta de unos zapatos rojos, las hadas están ahí, mostrando la elegancia de sus zapatos de tacón. Las mujeres desarrollan el instinto de seducción calzando zapatos de aguja para sentirse sexy y los hombres los convierten en objetos de culto.
Pero quizá la razón principal de la pervivencia del tacón de aguja esté en el hecho de que define la personalidad, el buen gusto y la elegancia de la mujer. Ningún otro tipo de zapato nos aporta tanta información en esa materia. El calzado para el trabajo especializado, al igual que el de andar por casa, el de la práctica deportiva, o el zapato bajo que permite ir de un sitio a otro sin descanso y sin distinguir la tarea que estén realizando, no nos dice nada en especial de ellas.
Ahora bien, ninguna mujer comprará sin recorrer tiendas y probarse, un par de zapatos de aguja. Hay mucho del universo femenino en esa decisión, por eso, su momento más delator, es la elección de su zapato de tacón.
Los detractores y enemigos, pueden ir perdiendo toda la esperanza de relegar a la aguja en el calzado de la mujer, a pieza de museo y moda pasajera. Hera, Atenea y Afrodita, competirían hoy en un certamen de belleza, calzando zapatos de tacón.
El deseo de felicidad
Tal vez la vida misma es un campo de batalla en el que el individuo nace, vive y muere solo en esa eterna búsqueda.
¿Será absurdo ese deseo de lo imposible: del amor, de la esperanza,y sobre de todo de la felicidad?
Cada uno de nosotros tiene un apego diferente con su propio parecer, Pero todos tenemos el mismo deseo de seguir atrás de cualquier cosa con claros límites.
Por ejemplo, siempre nos dicen que el agua tiene un inmenso coste y se debe tomar conciencia de su cuidado. Entoces, ¿porque no lo hacemos?. Quizas, porque en este momento creemos que el mundo está lleno de agua y que derramar ese poco hoy, no afectara el mañana, sin darnos cuenta que todos hacemos lo mismo.
En cada momento, toda persona sueña con poder de vivir la vida que desea. Y en la vida mísma salimos en esa búsqueda desesperada para lograrlo.
Por todo esto, si nuestro deseo de felicidad , se cumpliese todo perdería sentido, pues ya no seria algo que deseáramos y es claro que los deseos son los que nos motivan a imaginar que hay algo mas allá que se puede lograr, que se puede construir, y que su cumplimiento tal vez sea lo que nos hace feliz.
El deseo de felicidad es necesario para seguir hacia adelante. En estos tiempos que vivimos es importante pensar en cosas grandes, sobre todo aquellos pensamientos frescos que hacen germinar sueños y acciones concretas que recrean la vida, pero nada más.
Nosotros tenemos que vivir la vida en su forma original con todas las vivencias y experencias que tengamos que experimentar, simpre motivados sin importar si nuestros deseos se cumplen o no, sabemos que lo soñamos, sabemos que lo intentamos, y aunque la felicidad este compuesta de pequeños momentos, siempre estaremos esperando el próximo.
Autor: Nir Shamay
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