Precisión, paciencia, destreza, dedicación y espíritu de entrega, son algunas de las características que deben tener los jugadores de golf Marbella. Para quienes llevan años descubriendo la ciencia de este hermoso deporte, saben muy bien que para brillar deben entregar una buena parte de los pensamientos y el corazón en cada práctica.
Seguramente, los inexpertos podrán encontrar largas listas de consejos en Internet o tratar de analizar las jugadas más complejas de los profesionales, pero si no agrega el ingrediente mágico a sus entrenamientos, jamás llegarán tan alto como lo imagina. Se trata del instinto, de ese sexto sentido que habla desde el alma y que impulsa a tomar una u otra decisión.
Los grandes entrenadores insisten en que el golf tiene una peculiaridad que no poseen los otros deportes: la pelota espera por el jugador. Sin duda alguna, esta es una ventaja que se debe aprovechar al máximo, ya que marca la diferencia entre ser un ganador y un perdedor que no logra superarse a sí mismo.
Estar frente a una bola inmóvil sobre el césped es un compromiso que aumenta la adrenalina, la emoción y el suspenso. Ante estos escenarios, la mente de los profesionales está trabajando a toda máquina para definir miles de detalles: la velocidad a la que debería ser impulsada, la fuerza que tiene que emplear, el tipo de palo que necesita, el movimiento de los brazos y el swing, etc.
Allí están los dioses del golf estudiando desde diferentes ángulos cómo puede lograr el tiro perfecto y, para eso, se aleja, se acerca, rodeado varias veces el hoyo y golpea con ímpetu. Esta es una conexión infinita con el propio ser, que lleva a ser salvaje en el instante y, a su vez, cuidadoso para no equivocarse.
Pensar en tiempo presente
Saber que está una bola esperando por una determinación puede convertirse en una situación negativa, si no aprovecha la oportunidad. En este sentido, la palabra ahora cobra mayor fuerza, para reconocer la estrategia que va a emplear, sin pensar en lo ya se hizo en el “green” anterior y concentrarse en el momento.
Escuchar los latidos, el sonido de la respiración y sentir el impulso de las manos es la mejor técnica que se podría aplicar a cada instante. Los factores que distraen la atención tienen que quedar fuera del plano, aunque esto se transforme en un reto difícil. El competidor y el jardín conforman una simbiosis perfecta y, si logra sacarle provecho a las condiciones del espacio, nada le detendrá.