El nacionalismo surge en el siglo XX y se podría definir como la aspiración de la ciudadanía perteneciente a un determinado territorio con unas características comunes y diferenciadoras ( lengua, cultura, costumbres, historia, economía… ) de constituirse en un estado independiente.
Hoy en día, cada vez son más los que creen que el nacionalismo, más allá de ser una mera opción ideólogica, es la única vía de salida a la situación tan trágica y desesperante que están viviendo miles de ciudadanos, severamente golpeados por la crisis, que ven como sus medios materiales de existencia se reducen cada vez más y más y, con ellos, sus esperanzas de alcanzar una vida próspera y el ansiado bienestar.
Un ejemplo claro de lo que estoy afirmando podría ser Catalunya. Si bien se trata de una región en la que el nacionalismo siempre ha gozado de gran salud y los votantes has mostrado una y otra vez sus inclinaciones por partidos políticos de corte nacionalista, en los últimos años el sentimiento independentista ha crecido como la espuma; basta con obserbar la afluencia masiva de personas que acuden a todo tipo de encuentros y manifestaciones en las cuales se reclama el derecho de Catalunya a poder decidir libremente su propio futuro, o dicho con otras palabras, el derecho de autodeterminación o independencia.
Parece evidente, por tanto, que cada vez son más las personas que apuestan por la autodeterminación de sus naciones sin estado desde una perspectiva que va más allá del plano meramente cultural, sentimental o emocional. Hay un nuevo factor que ha entrado en juego, y lo ha hecho además pisando muy fuerte: la economía. Los tradicionales discursos de los partidos nacionalistas, basados en la reclamación de más competencias como medio de aumentar su autogobierno y poder, desde esta posición, generar más bienestar, se han radicalizado en los últimos años y ahora se habla de independencia sin ningún tipo de tabú o corsé.
Llegados pues a este punto, cabría ahora hacer la reflexión: ¿ qué hay de cierto en todo esto ? ¿ realmente las regiones que finalmente apuesten por su independencia respecto a los estados de los que forman parte van a ver mejorada su situación ? ¿ es esto viable ? ¿ es esta la solución ?
Desgraciadamente, un servidor no tiene la respuesta. Como podemos ver en los medios de información, hay opiniones de todo tipo, desde los que afirman tajantemente que la independencia será la panacéa que traiga riqueza y prosperidad, hasta los que sostienen justo lo contrario, que las Catalunyas, Escocias o Venecias convertidas en estados independientes están irremediablemente condenadas al más fracaso más absoluto.
Por eso, y por pura y morbosa curiosidad, esta persona que les escribe está deseando que dichos territorios se independicen " de una vez". Me temo que será la única manera posible de comprobar " in situ " si las aspiraciones de autogobierno que muchos políticos llevan tantos años reclamando tienen realmente algún fundamento y razón de ser.
La suerte está hechada.