Resulta polémico el libro electrónico, “objeto” de por sí intengible y a la vez tan real como un libro en formato papel, gracias a la existencia de las más modernas tecnologías. De lo que se trata es de saber hasta dónde el autor perderá los derechos de su creación literaria a causa de una socialización indiscriminada de sus textos.
Si los seres humanos de siglos anteriores hubiesen negado el desarrollo, en la actualidad aún estuviésemos leyendo en rollos de papiro, o quizás más lejos todavía, en tabletas de arcilla.
En este orden de razonamiento deberían pensar los que atacan o niegan el futuro del libro electrónico o como le dicen los entendidos, el ebook.
Muchas son las polémicas actuales acerca de su funcionalidad y de su triunfo o no sobre el formato papel. De tipo económico (en España por ejemplo, el IVA del ebook es de un 18% contra un 4% en el caso del formato en papel, lo que viene planteando desde hace tiempo una exigencia en este sector); de tipo técnico (algunos conocedores plantean que los equipos de lectura a pesar de ser muy caros son de baja calidad); e incluso por causas retrógradas: hay quienes niegan su factibilidad porque según creen “no puede trasladarse con nosotros” o “no puede hojearse”, lo que según afirman “nos quita el placer de la lectura en cualquier parte”, algo que resulta por completo falso por los propios adelantos de la técnica electrónica: la existencia de los ipad desmiente tales argumentos.
Hay un hecho cierto: tantas ventajas tiene el libro electrónico sobre el formato papel para escritores (permite la publicación ilimitada de sus textos), lectores (pueden adquirir excelentes libros a precios muy baratos), e incluso para intermediarios en la cadena escritor→lector (agentes literarios, editores y libreros) que este formato aunque algunos no quieran acabará por imponerse.
Habrá desde luego que definir a lo largo de este camino:
*El derecho del autor a cobrar un porciento justo por la explotación de sus textos.
*La extensión de dispositivos de lectura de alta calidad a precios asequibles para todos.
*Una legislación internacional concebida especialmente para estos libros, que sea suscrita, respetada y hecha cumplir por todos los países.
*Una amplia difusión de la crítica sobre estos libros en la prensa escrita y televisiva…
…y gran cantidad de conflictos que habrán de resolverse a medida que surjan, porque los habrá, hasta que sea algo bien común llegar incluso a una librería física con un dispositivo de lectura personal y pedir este título, y aquel, y aquel otro…
Cuando el libro electrónico llegue a sobrepasar las barreras que tienen algunos para navegar por Internet de manera total, entonces habremos llegado a la post-postmodernidad del libro, lo cual será deseable para que la humanidad continúe su desarrollo hasta otro escalón superior.
Andrés Casanova, escritor
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