El año 2012 aunque escrito parezca bonito no avecina nada bueno para economías como la española, la portuguesa o la griega. Veremos si el feo número 2013 trae mejores noticias.
El paro ha crecido en 2011 casi el doble que lo hizo en el 2010. Recién entrado el 2012 uno se pregunta si la tendencia puede continuar, mantenerse o reducirse ligeramente. Cualquiera de las opciones no parece muy deseable. La dinámica en la que se ha entrado parece no tocar nunca fondo y el precipicio parece cada vez más cerca.
Si a esto le sumamos los recortes en todas las instituciones públicas junto a la morosidad de las administraciones locales la situación se torna más compleja. No parece que el modelo de estímulo de la economía planeado por Keynes en momentos de recesión se esté llevando a cabo.
Salvando los desastrosos resultados que el plan E dejó, es necesario considerar nuevos planes de reactivación. Superar el recelo de Alemania y Francia sería necesario para tratar de impulsar planes que no se limitaran a abrir y cerrar agujeros en las calles.
Es por lo tanto necesario realizar una reconversión entera de nuestro sistema productivo y mirar claramente a la exportación. Es evidente que la construcción no era más que una farsa que algún día se tenía que acabar y que ahora toca producir bienes que se consuman de verdad y que, además, puedan ser exportados para cubrir las necesidades de mercados internacionales.
Toca conocer cuáles son los puntos fuertes en los que España puede, ya no solo competir, sino ser líder. Es bien conocido que el turismo es uno de los pilares de la economía. Exportemos nuestro modelo de turismo. También nuestra dieta.
Países como China y Brasil están abriendo suculentos mercados en los que poder comerciar en igualdad de condiciones es vital. Cada empresario, aunque sea pequeño, tiene que interesarse por saber qué necesita para exportar y cómo abrirse un hueco fuera. Para ello es necesario mejorar el conocimiento en los idiomas.
Un mundo queda por hacer y sin un cambio de mentalidad nada se podrá conseguir.